La diosa del sol tenía un hermano menor, Susanowo, quien era malvado. En alguna ocasión pisoteó los arrozales de su hermana e hizo gestos obscenos a ella y sus compañeras. El mayor agravio que cometió Susanowo fue matar al potro del cielo y arrojar su piel al cuarto en el que Amaterasu y sus compañeras trabajaban.
Por este acto Susanowo fue desterrado, pero Amaterasu estaba tan perturbada que se escondió en una caverna. Sin la diosa del sol, el universo cayó en la oscuridad. Preocupados por la situación, un grupo de personas y dioses se reunieron fuera de la caverna en la que la diosa se escondía, y trataron de convencerla de que saliera. Sin embargo, Amaterasu no cedió. Los dioses y hombres llevaron joyas y espejos para convencerla de que saliera, pero seguía sin salir.
Finalmente una diosa comenzó a bailar, haciendo que las demás personas rieran. Amaterasu por curiosidad se asomó para ver qué ocurría afuera. Los dioses hablaban de una diosa más inteligente y bella que ella. Amaterasu salió de la cueva y vio su propio reflejo en un espejo y ya que nunca antes había visto, y quedó cautivada por su imagen. Los dioses aprovecharon para sellar la entrada de la cueva e impedir que volviera a entrar, y el orden regresó a la Tierra.
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