Ya estamos a 15 de noviembre. Tal vez esta fecha para los occidentales signifique poco, pero ahora mismo, en Japón, se está llevando a cabo una curiosa festividad orientada a los más peques de la familia: el Shichi-Go-San.
Todos los años, en Japón, el 15 de noviembre se celebra un festival llamado Shichi-Go-San (七五三, que significa literalmente “siete, cinco, tres”), un ritual de paso de niños de esas edades en la que se pide salud y fortuna para ellos. ya que estos números impares se consideran de mala fortuna. Durante este festival, los niños son vestidos con trajes tradicionales y llevados por sus padres a los santuarios sintoístas locales para dar gracias por haber crecido sanos y fuertes y para rezar por su futur, expresar gratitud y rendir plegarias para la seguridad y salud continua de los niños. En ocasiones se realizan incluso banquetes formales.
Este evento empezó siendo un ritual realizado en exclusiva por las familias nobles durante el periodo Heian (794-1192), y marcaba el momento en el que los chicos mayores de tres años podían dejarse crecer el pelo (debían llevar la cabeza afeitada hasta esa edad), mientras que a los chicos de cinco años se les permitía vestir los pantalones hakama por primera vez, y las niñas de siete años pasaban de cerrar sus kimonos con dos simples cordones a cerrarlo con un obi. Durante el periodo Edo (1600-1868) esta práctica se popularizó entre el resto de la población, aunque fue durante la era Meiji (1868-1912) cuando se desarrolló el Shichi-go-san tal como se conoce hoy en día.
La fecha de esta celebración, el 15 de noviembre, se escogió en esta época porque se consideró que era el día más propicio de todo el año, según el antiguo calendario lunar japonés. Sin embargo, esta celebración no es una fiesta nacional en el calendario japonés, por lo que muchas familias lo celebran en el fin de semana previo o posterior al 15 de noviembre.
En esta celebración los niños visten por primera vez a la manera tradicional japonesa, con preciosos kimonos para las niñas y chaquetas haori y pantalones hakama para los niños, lo que convierte al Shichi-go-san en una festividad muy cara para los padres de los niños, porque la vestimenta tradicional japonesa de calidad resulta prohibitiva, a lo que se le suma que la oración del monje sintoísta también tiene un coste según la importancia del templo al que se acuda. Actualmente se pueden encontrar grandes almacenes que alquilan estas prendas por precios más asequibles que comprar todo el conjunto, o incluso (y cada vez más) niños que acuden a este festival vestidos con traje a la manera occidental.
Tras la visita preceptiva al templo sintoísta, los padres de los niños suelen comprarles unos caramelos especiales de color rojo y blanco, de consistencia larga y delgada que simbolizan la longevidad y asegura el sano crecimiento de los niños, llamados chitoseame, el “dulce de la longevidad”. Aunque chitose significa mil años, también se emplea para referirse a largos periodos de tiempo. Este caramelo tiene forma de bastón y viene en bolsas de papel de arroz decorados con dibujos de grullas y tortugas, que en Japón son símbolos de una larga vida. Tanto el dulce como la bolsa son manifestaciones del deseo de los padres de que sus hijos disfruten de una larga y próspera vida.
¡Hola! COnocía de esta celebración, aunque no todo lo que mencionas. Es curioso la clase de festividades que tienen xD
ResponderEliminar¡Un abrazo!
La verdad es que el mundo está lleno de celebraciones curiosas que para nosotros pueden resultar extrañas, pero de las que podemos sacar muchas cosas interesantes. A mí me encanta descubrir este tipo de fiestas, me llaman mucho la atención, así que seguiré trayéndolas al blog.
EliminarGracias por comentar siempre, Roxana ^^ ¡Y un abrazo para ti también!