Este es un mini-relato fanfiction de Fairy Tail (y del popular Happy) que escribí para una amiga. Ahora os lo cuelgo para que vosotros disfrutéis de él.
Los (pequeños)
trabajos de Happy
Hola! Me llamo Happy.
Aparte de que soy un gato azul que puede volar, soy de lo más normal.
Pertenezco a un gremio de magos llamado Fairy Tail. Aunque suelo hacer misiones
con mi amigo Natsu, a veces también hago por mí mismo alguna de las más
fáciles.
Hoy me voy a encargar de
un reparto.
La misión es que tengo
que repartir tres cajas de pescado por toda Magnolia. Solo hay un pequeño
fallo... ¡Soy un gato! Me encanta el pescado, y todos esos peces frescos tan
suculentos me tientan. Pero tengo que ser fuerte y no comérmelos.
La primera caja era para
una señora que vivía cerca de la catedral. Mirajane me había prestado un
carrito para poder llevar las cajas de un lado a otro. Monté la caja en el
carro y eché a caminar con determinación desde la pescadería hasta la casa.
Intenté distraerme un poco para no pensar en el pescado, pero olía tan bien...
-Bueno, por uno...
Así que le pegué un
mordisco a uno. Estaba delicioso. Era muy fresco. Se me caía la baba... Por
suerte, llegué a casa de la señora sin comerme ninguno más.
El segundo encargo era
para una casa que quedaba cerca del gremio. Eché otra vez a andar, olfateando
el dulce aroma del pescado. La caja estaba tan llena... Juiciosamente pensé que
era justo que, ya que me había comido un pescado de la caja anterior, debía
comerme otro de esta para igualar las cosas. Así que le pegué un mordisco a
otro jugoso pescado. Sabía a gloria...
Tan solo cogí dos más
antes de llegar a la casa.
La tercera caja era para
el gremio. Era la más grande de las tres, estaba el doble de llena, porque los
magos que comían en el gremio eran unos tragones y zampaban mucho pescado.
Estaba tan llena que, para ser justos con las otras dos cajas, debía comerme el
doble de pescado. Tirando del carrito fui comiendo uno a uno los pescados tan
suculentos, tentadores, dulces y ricos.
Mirajane me esperaba para
recojer el encargo en la puerta trasera del gremio.
-Aquí está -dije.
-Pero esto, Happy...
Al girarme me fijé en que
la caja estaba prácticamente vacía. Sin darme cuenta me había comido la mitad
del pescado.
-Es que, yo... -intenté
disculparme, arrepentido.
Mirajane no se enfadó
conmigo. Es más, me sonrió, benevolente.
-Está bien, Happy -me
dijo-, entiendo que te guste el pescado y que te haya tentado. Esta vez te
perdono, pero vas a tener que traer otra caja. Y en esta ocasión iré contigo
para asegurarme que no te comes nada por el camino.
¿FIN?
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