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lunes, 8 de junio de 2015

Mangas de los buenos: Los dioses mienten

Un manga del que quería hacer reseña desde que salió en España y me lo compré, pero que preferí dejar su comentario de lado un tiempo para no verme influenciada por otras reseñas que había leído de bloggers que sigo. Sí, soy rarita, perdonadme.


Los dioses mienten es un manga recogido en un único tomo autoconclusivo de la autora Kaori Ozaki y licenciado por la editorial Milky Way Ediciones. Es de género Cotidiano y Drama

Natsuru es un estudiante de once años amante del fútbol y sin mucho interés por las chicas, detalle que le ha hecho ganarse el desprecio por parte de ellas. Sin embargo, no puede evitar fijarse levemente en Suzumura, una chica extraña que destaca por ser muy callada y alta. Un día Natsuru encuentra  un gatito en la calle, y debido a que no puede hacerse cargo del animal él mismo, consigue que Suzumura lo cuide por él. Así, poco a poco, Natsuru se acercará a su extraña compañera de clase, descubriendo los enormes y crudos secretos tras la silenciosa chica.

Opinión: un relato muy simple pero desgarrador. La historia cuenta un argumento, si se me permite el pseudospoiler, digno de una historia policíaca, enfocada a través de los ojos de dos niños que no alcanzan siquiera la secundaria, y que hacen que el desarrollo sea tranquilo y fluido.
Empecemos por el dibujo. Me encanta. Es precioso. Y sencillo. No se excede en detalles ni abusa de las tramas y los efectos, lo que le aporta todavía más a la historia ese tono tranquilo y simple, dulce e infantil. Y sin perder intensidad del manga. Cada imagen es una fotografía.
Es difícil hablar de los personajes sin desvelar la trama. Todos son encantadores, desde los dos protagonistas hasta Tofu, el gatito. Natsuru y Suzumura son prácticamente los únicos que evolucionan a lo largo de la historia. Él va dejando atrás su modo de pensar infantil, madurando a través del descubrimiento de los secretos de su compañera, aprendiendo a tomar decisiones duras aunque las consecuencias no sean agradables. Ella, siempre más madura de lo que debería ser, finalmente, abre los ojos a la realidad y toda su historia ve la luz, así por fin pudiendo liberarse de todo el peso que llevaba consigo. Por otra parte, también entre los personajes principales debo nombrar al hermano pequeño de Suzumura, Yûta, un niño pequeño que confiere a la historia la inocencia imperturbable de la infancia, desconocedor de la gran mayoría de lo que le rodea.
También son dignos de mención el resto de personajes secundarios, vitales para la trama, como la madre de Natsuru, que aún sin destacar demasiado en la historia, es vital para el desarrollo de la misma, y a su vez aporta esa nota maternal que parece desaparecida en casi toda la trama.
Poco más puedo contar de esta historia sin desvelar detalles de la misma. La historia avanza con gentileza, arraigándose en el pecho del lector muy lentamente, como un sueño dormido en lo más profundo del corazón. Una historia sencilla, tierna, con alguna que otra escena que puede revolver el estómago del lector (ya os aviso de ello, tiene escenas gentilmente duras). Os la recomiendo como lectura veraniega, para leer sentados a la sombra de un árbol, y puede que con un paquete de pañuelos a mano.



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